lunes, 27 de febrero de 2012

La bestia interior.


Me encontraba en un estado tal que nadie se atrevía aproximarse a más de dos metros por miedo a ser atacados y eso que estaba encerrada tras gruesos barrotes.

Barrotes que no me impedirían salir cuando todos aquellos que me observaban se fueran.

Entonces liberaría a la bestia en la que me había convertido. Destilando todo el odio y furia, lo encauzaría para acabar con el que me atrapó. ¡Pobre del que se interpusiese entre los dos! No dejaría rastro de aquel individuo.

© M. D. Álvarez

La Apuesta.


Seguro que os habéis preguntado. ¿Cómo fue el comienzo de nuestra existencia? Creo que ya va siendo hora de que lo sepáis.

Todo empezó  en una titánica caverna, tan colosal que no cabría en nuestro universo. Surgimos de una apuesta hecha en su interior por dos seres de luz.

El ángel blanco apostó que podía crear seres limpios de corazón. Y el ángel negro, que podría corromper a todo ser creado por el anterior.

La apuesta aún sigue en vigor ya que ninguno de los dos ángeles se da por vencido.

© M. D. Álvarez

sábado, 25 de febrero de 2012

La cacería de la criatura.


¿Cómo enfrentarse con  aquello? Era una pregunta inquietante e incomprensible.

Aquello era una criatura diminuta, pero con un poder sobrecogedor. Su mirada podía helar la sangre y  destrozarte por dentro.

Ya había eliminado a dos de mis mejores cazadores y estaba visto que si no actuaba rápido, iba a  tener idéntico destino.

No podía demorarlo por más tiempo así que bajé de mi montura y lo aplasté con mi bota, limpiándome sus restos en una roca cercana.

Mira que había sido fácil y aquella cosa había eliminado a nada menos que 10 de los mejores cazadores del reino, además de 2 de los míos.

© M. D. Álvarez

Justicia poética.


            Sólo se alimentaba de ricachones, la muy víbora, puesto que a su paladar le resultaba mucho mas exquisitos  que los pobres trabajadores.

         Tras haberse engullido una veintena de capitalistas banqueros, le tocaba echarse una pequeña siesta.

         Aprovecharon los escurridizos financieros para salir corriendo de sus escondrijos e ir a buscar un nuevo refugio.

         Más no sabían ellos que el monstruo lo veía todo y que sabía de antemano el lugar donde se escondían su futuro almuerzo. ¡Así de astuta era la temible bolsa!

© M. D. Álvarez

viernes, 24 de febrero de 2012

Hotel de mala muerte.


            Aquel niño era yo pero no me reconocía reflejado en aquel espejo, desconchado de ese antro  perdido de la mano de Dios.

            Ni siquiera sabía como había llegado hasta allí, ni que hacía en aquel lugar y mucho menos, por qué estaba manchado de sangre.

            Hasta que me di la vuelta y me vi tirado en la cama con un tiro en la cabeza. ¡Que  ironía. Morir en aquel hotel de mala muerte!


© M.D.Álvarez

domingo, 19 de febrero de 2012

Higuera


Habían de caer del todo, sin duda alguna, pues aquella higuera era muy vieja, vetusta, casi no se tenía en pie. Tendría unos ochenta años. De los meneos que le estaba dando, no le quedaría ningún higo en sus ramas.

 Sus frutos, los más exquisitos, se los había prometido a mi amada y no pararía hasta conseguírselos todos. ¡Bueno era yo para cumplir sus mandatos!.

© M. D. Álvarez

FRANCISCA “LA MAYOR”


Y se vistieron para la misa de 12 cuando faltaba todavía más de media hora para que tocara, Francisca “la Mayor

Era cosa de gran ceremonial por lo que el alcalde y toda su comitiva se había vestido con sus mejores galas. Recibirían  a la Francisca por todo lo alto.

Y con puntualidad meridiana, como si se tratara del Big Ben, comenzó a tañer las doce campanadas. Francisca, es la campana más grande del pueblo que, por fin, estaba de regreso en lo alto del campanario tras haber sido robada misteriosamente por un  anciano de 103 años enamorado de sus voluptuosas curvas.

© M.D.Álvarez

domingo, 12 de febrero de 2012

Femme fatale.


A ella, estaba claro, le gustaban los chicos malos y aquél era de los peores, le atraían tanto, como a las polillas la luz.

Podía manejarlos con un solo movimiento de cadera. De ella emanaba una sensualidad arrebatadora. Y los chicos malos se volvían dóciles con una sola mirada.  Era una autentica Femme Fatale y como tal, trataba a los demás. Los usaba y luego,  ¡adiós muy buenas!

Pero el chico  tenía algo especial. Asesino  y pendenciero, puede que aquél fuera el definitivo y la atase en corto.

Aunque ya se sabe, siempre llegará quién  lo desplace. Esa es la naturaleza de una “Fatale”

© M. D. Álvarez

viernes, 10 de febrero de 2012

El viudo negro.


Al menos para las mujeres tiene mejor gusto que para la ropa y lo demuestra cada vez que trae una amiga a casa.

No sé como se las arregla. Cada día se trae una distinta y todas ellas guapas y encantadoras. Lo que hace con ellas es un autentico  misterio ya que no repite ni un solo día.

Las veo subir a su cuarto pero nunca  partir. Es como si hubiera una puerta trasera. Pero en su habitación nunca vi nada extraño… excepto esa  luz que e filtra bajo la puerta cada vez que entra con una de ellas.

© M. D. Álvarez

jueves, 9 de febrero de 2012

El Pegaso.


Se encontraron con olas de hasta más de 20 metros, pero eran una tripulación extraordinaria que no temía los embates de una mar brava.

No temían a la mar, en cambio si temían a su capitán, que los hubiera pasado por la quilla si alguno se hubiese negado a izar las velas.

Él tenía toda la razón, ya que alcanzaron los 200 nudos con aquel pequeño cascarón. Aventajando en más de 100 millas a los demás participantes de la Royal Cap.

El capitán tenía una fe endiablada en su velero y más exactamente en su mascaron de proa, que representaba un caballo alado. Con ese misma goleta y mascaron había logrado vencer en las 50 regatas anteriores. El nombre del barco era “Pegaso”.

© M. D. Álvarez

miércoles, 8 de febrero de 2012

El hombre del saco.


No podía dormir y sabía por qué aunque no quería reconocerlo. Estaba cansada de oír siempre lo mismo:

“Tienes que acostarte temprano y dormir ocho horas seguidas. Si no, vendrá el hombre del saco y te llevará”.

Tantas veces me lo dijeron que me pasé todas las noches en vela, para ver si era verdad. No os lo imaginaréis. ¡Y tanto que era verdad! En una de esas noches oí ruidos en mi habitación. Era él, el hombre del saco que venía a por mí. No sé que ocurrió después porque del cansancio acumulado me quedé dormida.

© M. D. Álvarez

martes, 7 de febrero de 2012

El destripador.


Había despertado de nuevo mi instinto asesino, aquel que me había hecho famoso en los barrios de Londres. Mi nombre Jack. Bueno vosotros me conoceréis por mi seudónimo: “El Destripador”.

He desaparecido durante unos años, pero he vuelto a mis orígenes. Ahora no habrá nadie que se salve de mi ansia de matar. Se ha despertado de nuevo el criminal sanguinario más grande de toda la historia., el que habita en mi.

© M. D.Álvarez

lunes, 6 de febrero de 2012

Desaparecido.


Ahí estaba yo, en medio de una multitud que marchaba sin orden ni concierto. Cada uno por su lado sin hacer caso al que tiene al lado.

Las masas nunca sabrían lo mucho que me había esforzado en permanecer oculto y mantenerles al margen de todo lo acaecido allá por el año 33 de nuestra Era.

Todo fue fabulado por un séquito de secuaces que quisieron divinizarme. Y seguro que no os lo creeríais. Pero el que murió fue mi hermano. Mientras yo desaparecía para no volver jamás.

Pero ahora estoy aquí entre vosotros y no me reconocéis. Aquellos acólitos míos hicieron un buen trabajo creando un mito. Idealizándome dando la vida por vosotros. Ahora estoy aquí, de nuevo entre vosotros…

© M. D. Álvarez

domingo, 5 de febrero de 2012

Derecho Penal.

Ambos hermanos apenas lograron completar los dos primeros cursos de Derecho Penal, tropezando particularmente con la escurridiza asignatura de Iter criminis. Cuando finalmente tuvieron que enfrentar la decepción de su padre, este reaccionó con furia, sus ojos lanzando destellos de desaprobación.

"Si no completan la respetable carrera de Derecho Penal, no merecerán llevar el nombre de la ley", rugió, imponiendo su voluntad sobre ellos.

Sin más opción que perseverar, se sumergieron en sus estudios, determinados a redimirse y honrar el legado de su padre, el juez más eminente de la ciudad.
@M D Alvarez 

viernes, 3 de febrero de 2012

El consejo.


No sé porque me han citado, pero no era para nada bueno. El consejo se reunía en contadas ocasiones y siempre para dilucidar delitos de sangre.

Yo era el escriba, que tomaba las notas en cada sesión. Pero ese día me habían citado como testigo.

¿De qué? No tengo ni idea. Acudiría como siempre con mis utensilios de escriba. Tan sólo tenía que decir la verdad y todo saldría bien.

¡Que equivocado estaba! El consejo que estaba compuesto por los más altos dignatarios necesitaba una cabeza de turco. Y me toco a mí. Si lo llego a saber no me presento.

El consejo era una pandilla de pomposos jerifaltes, que estaban acostumbrados a conseguir lo que quisieran.

© M. D. Álvarez

miércoles, 1 de febrero de 2012

El hada de la memoria.


No consigo recordar qué es un hada y mira que lo intento. Si pudiera rememorar los años de mi niñez, estoy segura de que lo recordaría.

Pero mi memoria esta cada día peor. A lo máximo que puedo remontarme es cuando tenía treinta. Los años anteriores han sido borrados de un plumazo.

Parece como si el hada de la memoria quisiera privarme de mis conocimientos y recuerdos anteriores, como si yo supiera algo importante sobre ella y no quisiera que saliera a la luz.


©M. D. Álvarez