La
comitiva estaba parada frente a la jaula, pero a una distancia que
consideraban prudencial, observando a la
criatura que se debatía por soltarse de los grilletes, mientras uno de los
carceleros no cejaba de atosigarla con una vara. Sin saber qué estaba dando
paso a una de las bestias mas feroces de todas cuantas ha habido sobre la faz
de la tierra.
Cuando
ya no soportase las molestias ni las miradas de aquella comitiva que lo miraba
como a una aberración, acabaría con todos y cada uno de ellos de un plumazo. Su
transformación en uno de los arcanos le liberaría de apariencia tan mundana,
para devolverle su verdadera identidad y forma.
©M. D. Álvarez