martes, 19 de marzo de 2013

Arcanos.


            La comitiva estaba parada frente a la jaula, pero a una distancia que consideraban  prudencial, observando a la criatura que se debatía por soltarse de los grilletes, mientras uno de los carceleros no cejaba de atosigarla con una vara. Sin saber qué estaba dando paso a una de las bestias mas feroces de todas cuantas ha habido sobre la faz de la tierra.

            Cuando ya no soportase las molestias ni las miradas de aquella comitiva que lo miraba como a una aberración, acabaría con todos y cada uno de ellos de un plumazo. Su transformación en uno de los arcanos le liberaría de apariencia tan mundana, para devolverle su verdadera identidad y forma.

©M. D. Álvarez

miércoles, 6 de marzo de 2013

Cuatro esquinas.


            Ese sería el aspecto que tendría mi cuarto, sino fuera que tenía una más, que estaba oculta. Esa era la que más me gustaba, porque era oscura y cálida. En ella me sumergía en mi mundo.

            Un mundo lleno de fantasía e ilusión. Que en comparación con las otras cuatro esquinas. Era mucho más increíble que  el mundo en que vivimos.

            Pero quien nos dice que este mundo tiene que tener sólo cuatro esquinas y no multitud de rincones, donde poder disfrutar de sus encantos y momentos mágicos.

            Recodos pobladas de todo tipo de criaturas, a cada cual más enigmática e interesante.

© M. D. Álvarez

Cetrero.



            Llevaban  diez días de marcha, cuando los cetreros avistaron un gran lobo gris precioso. Turkan, el cetrero mayor, lanzó su águila real a la caza de aquel lobo gris.

            Cuando estaba a punto de clavar sus garras sobre el lomo del lobo, sucedió algo extraordinario. El animal se irguió sobre sus patas traseras atacando al águila, que pereció decapitada de un mordisco.

            Turkan tuvo la sensación de que se le encogía el corazón. El lobo le miraba fijamente alzado sobre sus patas traseras. Estaba mirando cara a cara a un licántropo. Que era una de las criaturas más sanguinarias de la naturaleza.

            Y ahora lo habían atacado. No tendrían perdón sería exterminados por el propio licántropo.

M. D. Álvarez

domingo, 3 de marzo de 2013

El crujido.(Nueva versión)


El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre. Todavía lo oía aún después de haberlo descolgado. 

Se sentía culpable por no llegar a tiempo, y el crujido era un rum rum constante que le martilleaba la cabeza de tal forma que no tuvo otra opción.

Cogió la misma soga que su padre y en la misma viga puso fin a sus días, pero el crujido no cesó…

M. D. Alvarez 

El crujido.


El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre. Todavía lo oía aún después de haberlo descolgado. Se sentía culpable por no llegar a tiempo, y el crujido era un rum rum constante que le martilleaba la cabeza.

Se armó de valor, cogió el hacha y destrozó la viga, pero el crujido persistía. Así que subió a piso de arriba, llamó a la puerta y una dulce ancianita le abrió, tras ella el crujido… ¡Una mecedora!
© M. D. Álvarez