Naricilla respingona y un cuerpazo de escándalo, pero lo que más le gustó de ella fueron sus preciosas pecas y cabello pelirrojo. Lo demás era opcional, por fin tenía su propia RS 7000 modelo sex.
- Y ahora ¿cómo la enchufo? –Quiso saber el viejillo con ojos picarones.
-Muy fácil, solo tiene que decir su nombre. – Respondió el joven dependiente.
- La llamaré Berta. – Dijo el anciano que no veía el momento de estrenar su nuevo juguete.
- Bien ya está programada para satisfacer sus apetitos, pero le aconsejo que la use con moderación. - Le recomendó el empleado sabiendo los resultados de los anteriores RS 7000
El último cliente que se llevó un robot del mismo modelo, lo activó en la tienda y se lo montó allí mismo.
M. D. Alvarez
domingo, 19 de enero de 2014
Lágrimas de sangre.
Ella lloró lágrimas de sangre, cargando con los pecados de todos. El párroco, avivado por la oportunidad, recogió esas lágrimas en una pequeña botella. No podía dejar escapar la exclusividad de su virgen, y si podía hacer negocio, mejor aún. No eran lágrimas comunes; eran lágrimas de sangre.
La virgen que veneraban era la más antigua de todas, según la leyenda. Apareció en los albores de la humanidad, y se decía que cuando llorara lágrimas de sangre, todo llegaría a su fin. Pero mientras tanto, el negocio seguía en marcha....
©M. D. Álvarez
©M. D. Álvarez
viernes, 3 de enero de 2014
Prados Soleados.
La mujer que iba en el coche a mi lado, me resultaba
vagamente familiar.
-¿No la he visto antes? –Preguntó dubitativo.
- Papá, soy tu hija. Respondió cariñosamente.
-Si… mi hija. Repitió pensativo.
Al cabo de media hora
volvió a preguntar: - ¿De qué nos conocemos?
- Soy Angelica, tu hija.
– Reiteró amorosamente.
- ¿Y a dónde vamos?
- A un lugar muy bonito. - Dijo ella, tratando de ocultar
una furtiva lágrima, mientras al fondo aparecía el cartel de la Residencia
Prados Soleados. Le había hablado muy bien de aquel geriátrico especializado en
pacientes con Alzheimer.
© M. D. Álvarez
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